lunes, septiembre 04, 2006
RECUERDOS (2)
Hoy quiero recordar, una parte de la juventud que a veces regresa a la mente trayendo un aire refrescante en cualquier momento que pòr las carreras del dìa a dìa nos sentamos a descansar un poco.
Ricardo tenìa un compañero de estudios de apellido ARTEAGA cuyos padres eran oriundos de Monterìa ò sus alrededores, y tenìan una inmensa finca en el camino que cruzando el rìo Sinù, va a llegar a Puerto Escondido que es a la orilla del Atlàntico y creo que en los lìmites con el Departamento de Antioquia. ( cualquier correcciòn, Ricardo hazla saber).
En unas vacaciones de cualquier mitad de año, Ricardo nos invitò a Miguel Angel y a mì, a que lo acompañaramos por unos 15 dìas a la finca de Arteaga.
Es obvio que aceptamos, ya que habìamos oìdo de boca de Ricardo, lo bien que se pasaba allà y lo tambièn novedoso que era para nosotros, la montada a caballo.
Nos fuìmos me acuerdo en un bus de Brasilia, que nos dejaba en Monterìa o Ceretè. (Ricardo, dirà cual es).
Sòlo sè que cogimos un transporte que nos llevarìa a un caserìo, donde vivìa un hermano de Arteaga, al que le decìan "PITCHER" que nos proporcionarìa los caballos, para desde ese punto llegar a la finca.
Si mal no recuerdo, dormimos en esa casa despuès de una suculenta cena con arroz con coco y a la luz de velas ya que no se disponìa de luz, la cual sòlo vendrìamos a volver a ver cuando regresaramos a Monterìa ( ò Ceretè) a coger el bus de regreso a Barranquilla.
Muy de mañana salimos y se tenìa que cruzar el rìo Sinù en un ferry artesanal movido por guayas que eran tiradas por los mismos operarios del equipo.
Despuès de bajarnos en la otra orilla, nos montabamos en los caballos y salìamos con paso suave guiados ahora por Ricardo que ya tenìa experiencia de viajes anteriores y denotaba la pericia adquirida en ellos.
El trayecto era largo, y para Migue y para mì mucho mas fatigante dada la poca experiencia que teniamos en estas lides.
Despuès de mucho recorrer y recuerdo que habìa que abrir portones para pasar de potrero a potrero, llegamos a la finca, donde nos esperaba Arteaga en compañia de una señora si mal no recuerdo, llamada CATA que era como una especie de ama de llaves (por llamarla de alguna manera), que en forma muy cariñosa nos recibiò y organizò toda nuestra estadìa.
El padre de Arteaga no se encontraba y sòlo llegò al atardecer un poco pasado de tragos y en ese momento vì un espectàculo que aùn despuès de tantos años no se borra de mi memoria.
El señor Arteaga, montado en un caballo recorrìa a toda velocidad, un corral inmenso, agachàndose en el ùltimo instante cada vez que pasaba por uno de los horizontales de madera que sostenìan el techo de paja.
Aùn despuès de tantos años, recuerdo la pericia y la tècnica del señor en el manejo del animal, en un espectàculo que hoy pienso, hubiera podido estar en cualquier circo del mundo.
No es màs por hoy, se acaba el tiempo y el dìa tambièn.
Despuès seguiremos contando las anècdotas de este viaje que fueron muchas.
Me acuerdo tambièn de la larga cabalgata al caserìo CASTILLERAL, donde con gran emociòn, destapabamos las gaseosas sacadas de la ùnica nevera a gas del sector.
El humo que despedìa la botella, nos proporcionaba miles de emociones que nos llenaba de una alegrìa inenarrable.
Tomabamos el lìquido descansando y comentando las incidencias que para nosotros eran nuevas experiencias.
Despuès se venìa el regreso, pero como siempre, habìa un pero.......
En este caso llegabamos lo mismo de cansados que en el viaje de ida, pero ahora existìa un nuevo ingrediente; "NO HABÌA, CASTILLERAL, PERO MUCHO MENOS HABIA GASEOSA".-
QUE TAL?
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